sábado, 22 de noviembre de 2008

!! BASTA DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER !!


Noviembre 25

En el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe realizado en Bogota en 1981, se estableció el 25 de Noviembre como el DIA Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y fue ratificado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 17 de Diciembre de 1999, a pedido de Republica Dominicana con el apoyo de más de 60 gobiernos.

Esa fecha recuerda el asesinato de las hermanas Minerva, Patria y Maria Teresa Mirabal, quienes por sus actividades políticas para derrocar al dictador Trujillo, el 25 de noviembre de 1960, fueron interceptadas por miembros de la policía secreta, quienes luego de torturarlas las asesinaron.

Así se perpetró el crimen contra tres mujeres cuyo único delito era querer una patria libre y justa, donde hombres y mujeres pudieran tener una vida digna y así se convirtieron en símbolo de la resistencia popular y feminista.

En el nombre de las hermanas Mirabal recordamos a tantas Minervas, Patrias y María Teresas, golpeadas, violadas y asesinadas, por dictadores, militares, paramilitares y terroristas, por sus parejas, familiares, patrones y desconocidos.

Reconocemos a miles de mujeres que aún hoy, viven privadas de derechos, dominadas, excluidas, sin libertad. Pero también reconocemos al coraje, el valor, la entrega, el sacrificio y la lucha publicó o silenciosa; en particular la lucha política por la gran transformación y erradicación de la violencia en la vida de las mujeres y en la sociedad en camino a su plena igualdad, dignificaciòn y emancipación.


Ibis Fernández Honores.
Sec. de Mujer y Equidad de Genero.
Comité Ejecutivo Nacional del MNI.

CRIMENES DE GUERRA : VIOLACION Y FEMINICIDIO COMO NORMA



No sólo detrás de la calificación de “pasional” el Estado y sus instituciones naturalizan y justifican la opresión de la mujer; bajo el nombre de “crímenes de guerra” también se oculta esta cruda realidad.
La violencia sistemática contra las mujeres como arma de guerra ha sido siempre una característica especial de las fuerzas represivas. En Irak, en Chipre, en Haití, en el Congo, ya sea en nombre de la democracia o el libre mercado, en nombre de la prevención del terrorismo o de la pacificación de disputas religiosas, vemos al imperialismo imponer las peores vejaciones a pueblos enteros para sostener los intereses de las clases dominantes.
La “preocupación” manifestada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) ante la denuncia de violaciones a mujeres y niños/as por parte de los llamados “Cascos Azules” (los soldados de diversos países, como Argentina, que cumplen supuestas “funciones de paz” en regiones en conflicto), no alcanza a ocultar que ésta ha sido una de las herramientas más utilizadas para el sometimiento. Los más de 1.600 militares y 1.700 policías que componen la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH), fueron denunciados por utilizar a mujeres y niñas como botín de guerra, para doblegar a quien pretenda defenderse de las miserias impuestas.
Con total impunidad, estos soldados explotan sexualmente a niñas, niños y mujeres a cambio de alimento o abrigo, aprovechando la desesperación que vive gran parte de la población1. Las redes de trata para la prostitución, y las violaciones en calles, casas, campos de refugiados y bases militares, son prácticas comunes de estos cínicos “agentes de paz”.
Sin embargo, todas estas denuncias son desestimadas por “falta de evidencias”. ¡Cuánto cinismo el del imperialismo que comete los crímenes más aberrantes y después dice que no hay evidencias para condenar tamaña barbarie!
En 2006, el 63% de las acusaciones de “conducta reprochable” que involucraron a las fuerzas de la ONU se relacionaron con este tipo de delitos y una tercera parte de estas, con la prostitución.
El despliegue de Cascos Azules en sus supuestas ”misiones de paz” alcanzó recientemente el record de casi 81 mil militares y policías y unos 15 mil civiles en 18 misiones por diversas partes del mundo, donde actúan como verdaderas fuerzas de ocupación.
La ministra de Defensa Nilda Garré inauguró hace días una muestra sobre los Cascos Azules; destacó el trabajo de los 35 mil militares argentinos que estuvieron en los últimos 50 años bajo la bandera de la ONU.
1 Hoy en día las mujeres pobres de Haití se ven obligadas a alimentar a sus hijos con galletas de barro y azúcar para engañar el hambre.

LA OPRESION DE LAS MUJERES PARA EL MARXISMO





Por: pan y RosasFuente: www.pyr.org.ar (06.11.08)



Como planteamos en este número de Pan y Rosas, consideramos que las experiencias de violencia contra las mujeres no constituyen casos aislados; esa violencia tiene un origen histórico y social. Surgió junto con el desarrollo de la propiedad privada, cuando se relegó a la mujer al ámbito privado, subordinándola al poder masculino. Pero, ¿cómo se llega a esta situación?
En las comunidades primitivas, la producción estaba destinada exclusivamente para el consumo y mantenimiento de sus miembros. Primaba la escasez y los seres humanos debían enfrentar las fuerzas de la naturaleza ante las cuales aún no habían desarrollado gran dominio. Cazar, pescar, recolectar frutos, cocer los alimentos, fabricar herramientas y otros instrumentos para desarrollar estas actividades, ocupaban a todos los integrantes de la comunidad. Las mujeres, obligadas por los ciclos vitales de las menstruaciones, los embarazos y partos a realizar actividades más sedentarias, se dedicaban particularmente a la crianza comunitaria de niños y niñas pequeños, la elaboración de los alimentos y la vestimenta, la alfarería, etc. El misterio que generaba su capacidad de procrear, hacía que ellas fueran especialmente estimadas por el grupo social.
Más tarde, el descubrimiento de la agricultura, la fundición de metales y la domesticación de animales permitieron aumentar las riquezas sociales generando un excedente y, así, ya no fue necesario que todos los miembros de la comunidad trabajaran para garantizar su supervivencia: mientras la mayoría lo hacía, un sector minoritario podía liberarse de esta carga y ser sostenido por el resto, estableciéndose una primera diferenciación social al interior de la comunidad que dio origen a las clases sociales. A lo largo de miles de años, las clases liberadas de la carga del trabajo productivo, no sólo monopolizaron las armas, sino que ejercieron también el gobierno y se apropiaron de la propiedad colectiva de la tierra y los instrumentos de trabajo. Al mismo tiempo, se descubrió la relación existente entre el coito y la reproducción, lo que permitió entender el papel del varón en la procreación. Esto permitió, entre las clases dominantes, establecer una línea paterna de herederos legítimos que obtendrían las propiedades de la familia a la muerte de su progenitor. Pero para esto, para garantizar la legitimidad de la descendencia, hubo que recluir a las mujeres al interior del hogar estableciendo, para ellas, la obligación de la monogamia. Como dice Federico Engels, ésta fue la gran derrota histórica del sexo femenino: la mujer se vio convertida en servidora y esclava del hombre, en un “instrumento” destinado exclusivamente a la reproducción. El antiguo derecho romano establece esta nueva forma de “unión” en la que la familia aparece constituida por el padre que ejerce su derecho (incluso de dar muerte) sobre los hijos, la esposa y los esclavos que le sirven. Cientos de años fueron necesarios para que este “modelo” de familia de las clases dominantes se impusiera también a las clases explotadas, a través de la ideología que se impartía por medio del Estado, la Iglesia, y otras instituciones.
A este dominio del varón adulto sobre las mujeres y sus hijos, en las relaciones sociales para la reproducción, el marxismo lo denomina “patriarcado”. Mientras los modos de producción fueron cambiando -amos y esclavos, señores y siervos, burgueses y proletarios-, el sistema de reproducción patriarcal ha variado en cuanto a sus formas, pero no en lo esencial. Con el surgimiento del capitalismo, la opresión de las mujeres que se origina en este modelo patriarcal de las relaciones entre los sexos, no sólo permanece sino que se convierte en un aliado indispensable para garantizar, reproducir y legitimar la explotación asalariada. Porque si bien el capitalismo introdujo a millones de mujeres, niñas y niños en el mercado laboral, no trajo la tan deseada “liberación femenina”: para la inmensa mayoría de las mujeres, trabajar fuera de su hogar significa ser sometidas a una doble jornada laboral, invisibilizando que las tareas domésticas, necesarias para que la clase trabajadora reponga su energía diaria (para gastarla nuevamente al día siguiente, bajo el látigo patronal), son también un trabajo, pero uno que se realiza gratuitamente en las familias obreras, garantizado casi en su totalidad por las mujeres de esa familia.
Consideradas seres humanos “de segunda”, estableciendo que sólo debían ocuparse de las tareas domésticas y la reproducción, las mujeres terminaron siendo objeto de múltiples formas de maltrato, discriminación y subordinación. Por eso, frente a las explicaciones que sostienen que esta situación de opresión se debe a una cuestión “natural” y propia de la mujer, el marxismo plantea que esta violencia tiene un origen social e histórico y, por lo tanto, puede y debe eliminarse. Retomando sus banderas, desde Pan y Rosas te invitamos a ser miles las que luchemos por terminar con esta situación.

viernes, 21 de noviembre de 2008

CRISIS FINANCIERA INCREMENTARA DESEMPLEO Y LAS MAS AFECTADAS SERAN LAS MUJERES


Buenos Aires, (ABN para ABI)
sábado 1, noviembre 2008
La recesión que genera la crisis financiera internacional impacta a nivel mundial causando un aumento de la desocupación, caída del salario e incremento del trabajo informal, siendo las más afectadas las mujeres.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) informó que la desocupación se incrementaría en 20 millones de personas y a finales de 2009 sumarían 210 millones, y los trabajadores y trabajadoras pobres que viven con menos de un dólar al día aumentarían en 40 millones entre 2008 y 2009.
En un artículo periodístico difundido por la agencia de noticias Artemisa, la periodista Alejandra Waigandt, asegura que si bien son muchos los sectores afectados por esta situación, las más perjudicadas son las mujeres porque sufren segregación laboral por su condición social y por la división sexual del trabajo.
El texto recoge el testimonio de investigadoras en diferentes áreas para demostrar cómo afecta la crisis en la vida cotidiana de las mujeres.
La investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) Corina Rodríguez Enríquez precisó que una recesión económica como la que se observa a nivel internacional "perjudica a los sectores más vulnerables. Uno de éstos lo constituyen las mujeres que tienen una inserción laboral más precaria que los varones, sobre todo las que tienen menos educación, más cantidad de hijos e hijas y viven en situación de pobreza".
Por su parte, la socióloga Norma Sanchís, de la Red Internacional de Género y Comercio, coincidió en que "la crisis económica impacta negativamente en la vida de las mujeres, pero debido a su condición social están más expuestas al desempleo y al trabajo informal".
Sin embargo, la especialista en temas de trabajo y género Silvia Berger no acuerda con la convicción de que donde quiera que la crisis golpee las mujeres son las más afectadas.
"Este impacto está dependiendo de la inserción de las personas en un sector de la economía y de las actividades que realiza. Son los sectores vinculados a las exportaciones los más afectados en la actual coyuntura", señaló.
Berger aclaró igualmente que en el mercado laboral efectivamente existe segregación y tiene que ver con la división internacional y sexual del trabajo.
"Hay trabajos de varones y trabajos de mujeres (sanidad, educación, administración, etc.). Entonces algunas trabajadoras pueden ser más vulnerables a las variaciones del empleo generadas en una recesión, pero también más protegidas. Una reestructuración de personal suele afectar menos el área administrativa donde hay más mujeres, que al área de línea donde hay más varones", ejemplificó.
La socióloga Sanchís comentó por otra parte que la crisis económica genera una mayor trasferencia de responsabilidades desde el Estado hacia el hogar, en perjuicio de la llamada economía del cuidado (hogar, hijos e hijas, adultos mayores, enfermos), con lo cual esta crisis puede menoscabar aún más la condición social de las mujeres.
Las tres expertas coincidieron en que una recesión económica tiende a reforzar los roles tradicionales de las mujeres, por ejemplo el de la maternidad, pues el modelo necesita que se retiren del mercado de trabajo y sostengan la economía del cuidado.
No obstante experiencias anteriores demuestran que frente a la escasez económica las mujeres salen al mercado, y si bien la inserción puede ser precaria y agobiante por la doble jornada laboral, la misma conlleva la oportunidad de una mayor autonomía.

viernes, 14 de noviembre de 2008

EL ARBOL GIGANTE DE LA AMAZONIA :LAS CASTAÑERAS


El árbol de la Castaña,(Bertholletia Excelsa) vive y se desarrolla en su hábitat natural que es la Región de Madre de Dios mide entre 50 y 60 metros de altura, su copa tiene un radio de 30 metros y su diámetro entre 2 y 4 metros. La castaña se encuentra en los bosques del Perú, Bolivia y Brasil y es uno de los árboles más longevos del Amazonas --- alcanzando la edad de 1.000 años.

SIMBIOSIS DE LA CASTAÑA…


Este árbol actúa en simbiosis con el añuje, (roedor) una de las pocas especies amazónicas capaces de romper únicamente con la fuerza de sus dientes la gruesa y sólida capa que recubre el fruto, o cocos del cual extrae las semillas con las que se alimenta. Una vez que logra sacar las semillas y comer algunas, para satisfacer su apetito, esconde las semillas restantes en distintos lugares del bosque con el fin de guardarlos y consumirlos en tiempos de escasez. Sin embargo, no siempre recuerda dónde las enterró... ese olvido involuntario propicia la regeneración natural de este árbol gigante en los bosques amazónicos. Las flores del castaño también dependen de las abejas de orquídeas para su polinización, desarrollándose un coco que contiene unas 20 semillas, o frutos secos, después de unos 15 meses, cae el coco al suelo, lo cual es recogido por los castañeros. Este árbol es parte de la delicada red de vida de la selva los añujes, picuros, muchos otros animales y plantas, que viven entrelazados con la castaña. Su mayor amenaza de los árboles de castaña y la infinidad de vidas que dependen de ella, es el despeje o talado de los árboles de su entorno, la cosecha sostenible de la castaña por lo tanto, es vital para la protección de los bosques.

LAS CASTAÑERAS Y LA ECONOMIA DE LA REGION

La economía de Madre de Dios se concentró, durante más de un siglo, en la producción de goma o látex, marginal y complementariamente a la recolección de castaña en cáscara, ambos productos silvestres. Es a partir de 1930 se inicia las actividades económicas en torno a la castaña que depende el 35% de la población de Madre de Dios, de los cuales el sector femenino, participa mayoritariamente (18%) en todo el proceso productivo. Las mujeres castañeras de Madre de Dios trabajan como cargadoras por largas trochas, en el secado, quebrado, pelado, preparación chocolatería, almíbares de castaña y venta del producto.La modalidad contractual con las trabajadoras es a destajo, los salarios bajos y la ausencia de seguridad social. Lo paradójico en el sector de la castaña es que siendo mujeres empleadas con escasos derechos laborales, estén vinculadas a los mercados y a los precios internacionales. Las castañeras se ubican en el nivel más bajo de la cadena productiva frente a los empresarios nacionales y extranjeros que obtienen la mayor parte de las ganancias en la industria castañera. Esta nuez se exporta a los Estados Unidos, Alemania Reino Unido y Australia. Utilizándose en repostería, chocolatería, cosméticos y otros.




Escrito en la Revista de la comisión de la Mujer MNI Autora : REGINA RUIZ J.

lunes, 3 de noviembre de 2008

EL TRABAJO DE LA MUJER NUNCA SE ACABA



Por: Sheila BowbothamFuente: Tomado del libro: “Mundo de hombre, conciencia de mujer”. Editorial Debate. Cap. V.
La visión idílica de la familia feliz como lugar de reposo encierra la ironía de que tal reposo se consigue a costa de consumir la fuerza laboral de la mujer. Su trabajo no se reconoce por la misma razón que tampoco se le reconoce su verdadero valor a la fuerza laboral de los obreros. Por el momento, al sistema capitalista le resulta más provechoso seguir «preservando la familia». La hegemonía cultural que el hombre tiene en el capitalismo ha contribuido a enturbiar las cosas todavía más. El trabajo en el capitalismo es algo que hacen los hombres y ellos son los proveedores, porque se les paga con dinero. A las mujeres sólo les corresponde el dinero que les dan sus maridos. A muchos hombres les repugna que sus mujeres alcancen una posición asalariada, porque el dinero —incluso un poco de dinero— significa poder e independencia, porque el trabajo casero no encaja en las nociones que prevalecen sobre el trabajo y, misteriosamente, no se considera como trabajo en absoluto, no se cuenta como tal. Se dice que la mujer que permanece en casa no trabaja.
«Cuantitativamente el trabajo doméstico, incluyendo el cuidado de los niños, constituye una gran cantidad de producción socialmente necesaria. Sin embargo, en una sociedad basada en la producción de mercancías, normalmente no está considerado como «trabajo real», puesto que no se rige por las leyes del comercio y el mercado» (Margaret Benston, «The Political Economy of Women’s Liberation». Monthly Review, New York, 1969).
El valor y el significado de la fuerza de trabajo de la mujer se ha visto oscurecido por las mismas razones que el trabajo de otros grupos subordinados a los que no se les ha dado lo que se debía, pero la naturaleza peculiar de la opresión de la mujer ha impedido especialmente que se advirtiera esta circunstancia. El hecho de que el trabajo fuera del sistema mercantil no se incluya en el ámbito de los cálculos económicos y de que este trabajo esté hecho por mujeres forma parte del dominio económico y de la hegemonía cultural de los hombres sobre las mujeres, lo cual puede asumir una forma personal psicológica según los casos; algunos hombres demuestran una mayor reacción despreciativa hacia las mujeres que otros, pero fundamentalmente es una relación material. Para su supervivencia, el hombre depende del «no trabajo» de la mujer y está condicionado a ver el mundo a través de ojos masculinos y desde el punto de vista del desarrollo y el mantenimiento del poder masculino. Aunque a los hombres de la clase trabajadora o a los hombres negros se les permite una desigual participación en el poder, el trabajador recibe las migas de poder que la clase dominante deja caer para tapar su orgullo herido.
La conexión de la mujer con la producción de mercancías no es tan clara como la relación del trabajador varón: «El capital se apropia del trabajo del obrero y de su mujer, directamente en un caso, indirectamente en el otro, mientras que sólo se les paga la parte de su tiempo de trabajo (por vía del hombre), necesaria para mantenerlos y perpetuar esa fuerza de trabajo en un nivel de vida estándar establecido en el proceso de la lucha de clases» (Jean Gardiner, The Economía Roots of Women’s Liberation, tema desarrollado en la «Intemational Socialism Conference en Women», junio 1971).
Dentro del proceso de la lucha de clases hay un conflicto entre hombres y mujeres que necesita la reorganización del trabajo, tanto industrial como doméstico. Incluso en el caso de que sea social la posesión y el control de los medios de producción, las mujeres siguen siendo parte de los medios de producción del hombre de la casa. Esto se ha pasado por alto en los textos marxistas sobre las mujeres, porque la teoría de la plusvalía que corresponde claramente al modo de producción capitalista imperante tiene difícil aplicación en la producción familiar que se rige por condiciones y circunstancias diferentes. En vez de forzar las categorías de explotación y de plusvalía de Marx, elaboradas para explicar la producción de mercancías, y aplicarlas al modo de producción familiar y elucubrar sobre el uso de «opresión» y «explotación» en este contexto, tendríamos que analizar el trabajo de las mujeres en el hogar en sus propios términos y desarrollar nuevos conceptos. Hasta este momento sólo contamos con descripciones patéticas de las largas horas del trabajo doméstico; a excepción del crudo reconocimiento de que es necesario para la producción de mercancías, no tenemos medios para medir, en términos sociales, el tiempo del trabajo que se emplea en la casa. La construcción de ese análisis es una parte muy importante de las tareas del movimiento de liberación de la mujer.
Dado que el trabajo de las mujeres en el hogar no está reconocido como tal trabajo, las mujeres no tienen sentido de su propio valor como grupo. La subordinación de las mujeres como grupo y la naturaleza particular de la condición femenina sirve para mantener esto. Así, pues, aunque moralmente las mujeres pueden hacer valer su trabajo y oponerse a que su valor se reduzca a la tasa más baja de intercambio de mercancías, en la práctica se limita a una actitud meramente defensiva.
En última instancia, la única forma de establecer una nueva alternativa acerca del valor del ser humano hembra es destruir el sistema de producción capitalista en casa y en el trabajo. Pues solamente cuando la idea del valor humano sea reconocida por todos en una sociedad sin explotación, las relaciones entre hombre y mujer y las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza cesarán de ser relaciones determinadas por las necesidades de la producción de bienes de consumo.
No es sólo que el trabajo casero esté excluido de la noción económica dominante de valor, sino que la naturaleza de dicho trabajo es tal que no se puede ver. Generalmente, los hombres no ven hacer ese trabajo. La mujer trabaja en casa sola, mientras el hombre está fuera, y cuando vuelve lo que éste nota son los fallos, las cosas que no se han hecho. No se da cuenta de la rutina de las tareas diarias, porque su fin es la creación y mantenimiento del entorno normal al que está acostumbrado. Solamente la mujer, o quizá los niños, miran a su alrededor y descubren las transformaciones que ha experimentado la habitación en un día. A menudo, el trabajo de la casa ni siquiera les parece una tarea a las mujeres. Evidentemente se diferencia mucho de un trabajo fuera de casa. No hay salario, ni sindicato, ni huelga. No hay una distinción clara entre el lugar de trabajo y el lugar de expansión, no se ficha ni a la entrada ni a la salida, ni hay controles de trabajo. El trabajo del ama de casa ocupa todo el tiempo de su existencia, sólo se rompe por la enfermedad o las vacaciones. Su espacio es todo el espacio de la vida de una mujer. Una mujer no va al trabajo, se despierta para trabajar. El hogar es el trabajo y el trabajo es el hogar. Hay ciertas tareas que se deben hacer durante la jornada dentro del hogar. Estas tareas son los lazos laborales de la mujer con su hogar.
Cada operación se compone de multitud de pequeñas partes, distintas y separadas: levantarse, hacer el desayuno, fregar, hacer las camas, vestir a los niños, llevarles al colegio, volver, limpiar, barrer, pulir, hacer la compra, hacer la comida, recoger a los niños, fregar, volver a llevar a los niños, ordenar las cosas, hacer la colada, preparar el té, la llegada del marido a casa, comer, fregar, mirar la televisión, meter a los niños en la cama, hacer un poco de café, mirar la televisión, hablar con el marido, ir a la cama, hacer el amor. El plan del día está trazado cuidadosamente, los actos se repiten una y otra vez, pero el contexto cambia cada día. El conjunto de tareas se presentan en una situación totalmente distinta. Cada día ocurre lo mismo y, sin embargo, no es lo mismo, el día te absorbe como persona más que como «trabajador».
Continuar haciendo el trabajo rutinario y tratar de superarlo exige un esfuerzo constante. El ama de casa trata de ahorrar tiempo, trata de acumular tiempo y espacio para desembarazarse de las obligaciones y tener un poquito de «tiempo para ella», pero el intento fracasa continuamente. Sólo está tranquila en el baño. Las cosas se complican de tal modo que le impiden tomar un poco la delantera. Un gran esfuerzo y el suelo está reluciente, la fuerza de trabajo consumida en esa tarea es menos fuerza que queda para realizar otras. El efecto y resultado de tal esfuerzo desaparecen inmediatamente, pues los niños con los zapatos sucios, que vienen de la escuela y se han olvidado de limpiárselos antes de entrar en casa, consiguen de nuevo y rápidamente un suelo sucio.
El trabajo doméstico es devorador, impone un ritmo •cíclico de intentos y de fracasos hasta el agotamiento total. El tipo de agotamiento que provoca un trabajo que sólo preocupa medianamente es: ¡la fatiga!
En la industria los trabajos más fatigosos son aquellos que sólo ocupan parcialmente la atención del trabajador, pero que, al mismo tiempo, le impiden que se concentre en otra cosa. Y ésa es la sensación de que se quejan muchas esposas jóvenes refiriéndose al cuidado de la casa y los niños. “Luego de un rato tu mente está en blanco —dicen—. No te puedes concentrar en nada. Es como ir sonámbula…” Sin embargo, como las exigencias del trabajo doméstico y de la educación de los niños no son en absoluto flexibles, no se encuentra una solución completa v satisfactoria para los problemas que engendra la fatiga crónica. De todas formas, hay muchas mujeres que logran disminuir esa fatiga cuando cesan de exigirse demasiado a ellas mismas. Tratando de entender de una forma realista lo que puede hacer v. lo que es más importante incluso, lo que no puede hacer, una mujer puede, a la larga, ser mejor esposa y mejor madre que si está siempre cansada.
La explicación precedente ignora que el esfuerzo por traspasar los límites de las tareas cotidianas es esencial para el estado de ánimo de las personas. Cuando la tensión provocada por la actividad cede te das cuenta de la triste realidad de lo que estás haciendo y te resulta insoportable. De hecho, a pesar de sus esfuerzos, la mujer no puede suprimir la rutina, en parte porque el trabajo del hogar no es sólo esfuerzo, sino también continuidad y, además, porque las necesidades infinitamente variables de los hijos y los maridos determinan la estructura del trabajo.
La actividad del trabajo doméstico, limpiar, ordenar y cocinar, está estrecha y directamente ligada a los seres humanos. Los quehaceres domésticos nunca pueden ser un trabajo normal y rutinario porque la emoción puede irrumpir en cualquier momento. La crisis y el desorden significan que la mujer tiene que abandonar todo lo que está haciendo para pegar los trozos de lo que se acaba de romper. El teléfono suena, los niños llegan a casa corriendo y gritando, el marido refunfuña detrás de su periódico, la mujer se escuda tras una barrera de calma elaborada y aparente. Educada en la idea de que ella es la que tiene que ocuparse de la buena marcha de las cosas, poniendo parches en unas, quitando importancia a otras, complaciendo y calmando a todos, llega el momento en que logra absorber mágicamente toda la tensión sin que los demás se den cuenta. La barrera original se convierte en una cuestión entre ella y el mundo, la cuestión se endurece y la propia violencia que ha absorbido la destroza. Empieza a sentirse completamente vacía.
En una sociedad que valora a las gentes por el salario que ganan, se da la circunstancia de que las mujeres no cobran ningún salario, hacen un trabajo que no es considerado como tal, cuya productividad no puede ser medida, y que no proporciona ningún producto acabado. La sociedad condiciona a las mujeres para que crean que son inferiores a los hombres, para que piensen que han sido puestas en este mundo para magnificar la imagen que el hombre tiene de sí mismo y para servirle. En tales condiciones no es de extrañar que las mujeres sientan a menudo un gran vacío interior. En una ocasión mi vecina, que estaba embarazada, paseándose sin rumbo fijo, decía: «Nosotras, las mujeres, sólo somos una concha para el hombre.» Cuando tu identidad se hunde en la de otra persona, de repente tienes el sentimiento aterrador de no existir.
«Cuando estoy sola no soy nada. Sólo se que existo porque soy necesaria para alguien que es real: mi marido y mis niños. Mi marido sale a un mundo real. Otras personas reconocen que él es real, y lo toman en consideración. Ejerce un influjo sobre otras personas y sobre el curso de los acontecimientos, hace unas cosas y cambia otras. Yo pcrmanezco en su mundo imaginario en esta casa, haciendo trabajoos, que en gran parte invento y que a nadie preocupan salvo a mi. No cambio las cosas. El trabajo que hago no cambia nada; lo que cocino desaparece, lo que hoy limpio mañana tiene que ser limpiado de nuevo. Parece que estoy envuelta en algún proceso misterioso en vez de estar metida en un engranaje de acciones y resultados.
Los únicos momentos en que pienso que podría ser real es cuando me oigo gritar o me veo histérica. Pero justamente es en esos momentos cuando corro el peligro… de que me digan que no tengo razón, o que mi actuación no responde a mi forma de ser, o que él me odia. Si deja de amarme yo me hundo; mi vida no tendrá sentido v no estaré segura de seguir existiendo. Debo pasar inadvertida para evitar esto, para no pedirle nada o para no hacer nada que pueda ofenderle. Me siento ahora como muerta, pero si el deja de quererme estaré realmente muerta, porque no soy nada sola. Alguien tiene que darse cuenta de mi existencia para que yo sepa que existo. Pero si me borro y paso inadvertida, ¿quién se dará cuenta de que existo? Es un contradicción básica» (Meredith Tax, W ornan and her Mina, The Story of Daily Life. Bread and Roses Publication, 1970, p. 7.)
Las mujeres han ideado un tipo particular de resistencia dentro de la organización de sus vidas tal y como son: cortar amarras, flotar en un mundo irreal, las barreras circundantes y la enfermedad. Fatiga, histeria, trastornos nerviosos, agorafobia. Tranquilizantes, píldoras para dormir y alcohol de supermercado son los remedios que se utilizan. La relación entre las malas condiciones de la vivienda, el bajo nivel de vida y la salud de una mujer son evidentes: anemia, dolores de cabeza, estreñimiento, reumatismo, problemas ginecológicos, varices, ulceraciones en piernas, flebitis, obesidad; todos ellos son síntomas psicológicos y psíquicos de pobreza. Estos efectos los describía la mujer de un parado de Essex durante la depresión del año 1930.
«La lucha constante contra la pobreza durante los últimos cuatro años me ha hecho sentirme muy nerviosa e irritable y esto afecta a mis hijos. Me temo que no tengo la paciencia que trae consigo la buena salud. Cuando estoy preocupada por algo me siento comprometida en una terrible lucha física; me voy debilitando,’ soy incapaz de moverme y de pensar coherentemente. Me resulta muy curioso que la tensión mental tenga efectos físicos y no sé cómo explicárselo con precisión al doctor» (Margery Spring Rice, Working Class Wives, Pensuin» 1939, p. 69)
Este comentario se hacía en los años treinta, pero sería ingenuo imaginar que la pobreza ha desaparecido en los años setenta. Todavía reviste formas viejas, pero también ha adquirido modalidades nuevas. Se puede encontrar una casa que no tenga humedad, que no tenga agujeros detrás del papel que cubre las paredes y que tenga agua caliente, pero que se encuentre en lo más alto de un inmenso bloque de viviendas del que los niños no pueden salir. Este nuevo tipo de pobreza produce su propia patología. Un reciente estudio sobre la salud mental de los habitantes de las torres de apartamentos ha revelado una incidencia de neurosis excepcionalmente alta, suficiente, desde luego, para justificar una campaña publicitaria de tranquilizantes. Una publicación médica, The Practitioner, ha publicado con regularidad un anuncio del medicamento «Serenid-D», producido por John Wyeth Ltd. En el anuncio aparecía la foto de una joven madre con un cochecito de niño ante un gran bloque de apartamentos y el siguiente texto: «Ella no puede cambiar su entorno, pero usted puede cambiar su estado de ánimo con “Serenid-D”». Como quien no quiere la cosa, el anuncio seguía diciendo: «Se ha demostrado que las enfermedades nerviosas se dan con mayor frecuencia en mujeres que habitan en bloques de apartamentos», lo cual se está convirtiendo en un problema creciente para «toda la comunidad».
Sin embargo, hay enfermedades que no tienen nada que ver con la pobreza y que provienen simplemente del enclaustramiento casero que sufre la mujer en la sociedad capitalista. Un psicoanalista de Bostón contaba a Betty Friedan que hay muchos más pacientes mujeres que hombres. «Sus quejas son diversas, pero debajo de todo ello yace un sentimiento de vacio. No es sentimiento de inferioridad; es como sentir en sí la nada. Se llega a esa situación porque las mujeres no persiguen ningún objetivo que les sea propio»
La neurosis de la nada procede directamente de la naturaleza del trabajo de las mujeres en casa. La auto-afirmación sólo puede darse a través de la auto-abncga-ción. La mujer «femenina», la buena madre, sólo puede realizarse entregándose completamente a su marido e hijos. Se proyecta sirviendo a los demás y se encuentra a sí misma a través de otras personas y de los objetos que la rodean en su misma casa.
«En el hogar, la mujer está en la familia, y las dos son equivalentes. El trabajo doméstico no puede separarse de los niños, ni los niños de las cuatro paredes, ni de la comida, ni de la compra, ni de !a ropa que se lleva. Lo que la casa parece, lo que los niños parecen, puede ser que no coincida con lo que son, pero seguro que refleja lo que la mujer quiere que sean. En nuestra sociedad ser madre no es sólo ajustarse a los criterios del psicólogo de moda ni vivir en una casa de ensueño al estilo de las que aparecen en la revista Woman’s Own, donde una tiene a mano todas las soluciones materiales de cualquier problema; es ser ama de casa: la seguridad de la familia depende de la estabilidad de sus paredes. La imagen del hogar familiar es la imagen de la familia» (Women’s Liheraíion Movement, de Peckman. Op. Cit., página 5)
Cuando se trabaja fuera de casa el trabajo es algo que uno hace. Pero el trabajo de ama de casa y de madre no es sólo algo que ella hace, es algo que ella es. Porque el trabajo de la mujer en la casa mantiene ciertos elementos pre-capitalistas, los lazos familiares escapan a las reglas mercantiles; la relación disciplina-trabajo y salario-tiempo no existe; las cosas que las mujeres hacen se consumen casi inmediatamente. El trabajo de la mujer no es, en absoluto, especializado. La mujer en un día realiza las funciones de muchísimos trabajadores: barrendero, enfermera, asistenta, psiquiatra, artista de «strip-tease», adivina, cocinera, etc. Una mujer debe responder a todo tipo de demanda de trabajos. Tiene la satisfacción de saber que está trabajando para las personas que le importan. Visto desde el exterior se podría decir que ella es más libre que el hombre que trabaja para otro sin tener interés por su trabajo. A pesar de ello la mujer sufre la distorsión que se deriva, entre otras cosas, de su trabajo, en el que expresa su afectividad, pero que se desarrolla en un contexto social en el que el trabajo está divorciado de la afectividad, de su aislamiento en la casa, soportando el peso de todos los sentimientos que están fuera de lugar en el trabajo del hombre, y de la división del trabajo que estigmatiza a las mujeres como seres inferiores. Si la afectividad fuese realmente una característica de la sociedad no habría necesidad de casas defendidas como fortalezas, la ternura no estaría asociada a la sumisión, ni el amor a la posesión. No es de extrañar que la violencia estalle en la familia, o que las personas sean víctimas de su propia familia, y que los niños sean devorados, dominados y apaleados en la familia. En la sociedad capitalista la familia soporta un enorme peso: los trapos viejos y la quincalla que el sistema capitalista no puede utilizar. En la familia, las mujeres viven la absurda contradicción de amar en un mundo desprovisto de amor, y proveen al capitalismo de las relaciones humanas que aquél no puede procurarse en el mundo laboral masculino. Dentro de esta organización, las mujeres están subordinadas a los hombres, pero se les conceden ciertas deferencias mientras sigan desempeñando el rol que les ha sido asignado.
Los complejos sexuales que condicionan a las niñas pequeñas, sea cual fuese su clase social y el aprendizaje social de la femineidad y de los quehaceres domésticos, nos han preparado para aceptar ese estado de cosas. El conjunto de características que se adjudican a las mujeres, la incapacidad de competir con los hombres, la impotencia ante cualquier confrontamiento con máquinas o ideas, la blandura, la capacidad para aburrir, la monotonía de su trabajo, el masoquismo, la histeria, la sensibilidad y el sentimentalismo, como la «ignorancia» de los obreros o la «alegría natural» de los negros, no se deben a ningún fenómeno misterioso e inexplicable, sino que cumplen la misma función económica de «utilidad», consituyendo, en el mundo capitalista, grupos sin poder y sin control, que aceptan ese estado de cosas presentando un mínimo de resistencia. Pero mientras que el crimen y la violencia son la respuesta común de los hombres que están oprimidos, las características particulares de la condición femenina producen neurosis en vez de «criminalidad».
Al igual que otros grupos que también se encuentran subordinados en esta sociedad, las mujeres han elaborado sus propias estrategias para mantener el mito del respeto a sí misma. Con ello, nunca consiguen el valor hegemónico de la ideología del grupo dominante, pues siempre tiene un carácter fragmentario e incompleto, pero sirve para dar al oprimido una noción limitada de su inteligibilidad. Les concede un lugar en este mundo, aunque ese lugar no sea el que hubieran elegido. Cuando el trabajo que haces te parece insignificante, cuando la rutina que te rodea está fuera de tu control, entonces descubres espacios que te están reservados y encuentras caminos para traspasar fronteras aparentemente infranqueables. El ama de casa tampoco es una excepción. El ámbito privado se disfraza siempre de actividad: bañarse es una actividad, ir de compras inútiles es otra. Desde un punto de vista racional, resulta absurda la costumbre que tienen muchas amas de casa de estar, cada dos por tres, acercándose a las tiendas vecinas a comprar algo.
El tiempo que se les va en hacer compras podría reducirse muchísimo. Pero resulta comprensible si se considera como una estrategia para romper el aislamiento de la familia nuclear y para franquear las barreras del hogar. Hacer algún trabajo agradable y útil para una misma es también una forma de salir adelante. Haciendo esto las mujeres afirman la propia noción de valor despreciando la noción masculina de valor que es la que predomina, pero nunca llegan a suponer un peligro para la idea de trabajo que se deriva del sistema de mercancías. Simplemente, agotan sus energías en un trabajo que se valora por su carácter masoquista y que subsiste en el sistema mercantil dominante. El trabajo doméstico es enseñado de madre a hija como un oficio, transmitiéndole simultáneamente sus misterios. La limpieza y el brillo adquieren un carácter de fetiche para el orgullo hogareño de la mujer. Es como si buscase desesperadamente su propio reflejo en la superficie del objeto al que saca brillo.
A menudo, los orígenes de este orgullo respecto al trabajo, tan cercano a la neurosis, provienen de una situación muy práctica. Por ejemplo, si una mujer vive con estrecheces, en una vivienda en malas condiciones sin baño ni agua caliente, con un marido que llega sucio y cansado del trabajo, las cosas que tiene que hacer para hacer la vida tolerable se multiplican. No se puede permitir el lujo de dejar los trabajos a medio hacer, tiene que hacerlos cuidadosamente, y hasta el final, cada uno de ellos, de lo contrario, las cosas se acumulan rápidamente y luego cuesta el doble arreglarlas. Además es desmoralizador. Sacar brillo sin parar al suelo, lavar las cortinas de encajes, etc., son tareas que tienen su razón de ser cuando se vive en casitas adosadas unas a otras. Es la forma en que la mujer contribuye al mantenimiento del respeto y de la dignidad familiar. Tales costumbres no desaparecen en un día. Mucho después de que las necesidades de antaño hayan desaparecido, las mujeres todavía continúan trabajando de acuerdo con los moldes antiguos. Una joven madre se encuentra completamente atada a una habitación, a una casa, cuando acaba de dar a luz. Su desamparado recién nacido se convierte en su carcelero. Su dependencia total constituye todo su poder; el estado de ánimo del niño dicta el estado de ánimo de la madre. Incluso después de que el niño crezca, la madre continúa viviendo en los mismos límites familiares. Hasta cierto punto ella se parece a los enfermos mentales y a los prisioneros, a quienes horroriza la idea de tener que vivir sin la conocida y segura rutina de su institución. Este es nuestro tipo propio de «institucionalización».
Las mujeres reconocen que su papel es insoportable, así que han optado por abandonar la reflexión y por creerse que los triviales quehaceres domésticos tienen una gran importancia. Su existencia se centra en el ritual de las labores domésticas (en el caso de las mujeres que cifran su orgullo en la limpieza de la casa, este ritual se ha convertido en una religión), de esta forma una mujer puede negarse a ver la realidad de su situación desesperada y simplemente seguir adelante soportando su existencia.
De hecho, es en el trabajo que aparentemente tiene menos importancia en el que una mujer, que se enorgullece de sus quehaceres, se encuentra más realizada.
En un intento desesperado de que reconozcan su ingrata labor, a la mujer le gusta pensar: Mi marido nunca podría arreglárselas solo, “Mi niño no querría ir con nadie más que conmigo y “Nadie sabe zurcir las camisas como yo”. Obviamente, ni al marido ni a los hijos les interesa destruir esta ilusión. Para compensar su falta de objetivos ella necesita alimentar esta imagen de ama de casa imprescindible que dedica su vida a su marido e hijos. La prisión que la mujer llama hogar, y que le fue impuesta por su maternidad o por la solución que la sociedad da para el cuidado de los niños en edad pre-escolar, ha resultado ser para ella la única prueba de sus años de sacrificio, y es casi sagrada ante sus propios ojos. Incluso cuando reconoce abiertamente su sacrificio, tiende a considerarlo como un martirio y está orgullosa de “haber dado su vida” por su familia.
El trabajo doméstico crea su propia cultura y ésta se comunica colectivamente.
«A pesar de que, generalmente, es cierto que las mujeres sólo hablan de la casa, de los niños y de otras mujeres, yo no creo que ello se deba únicamente (aunque sí primordialmente) a que no saben hablar de otras cosas. Pienso que la mujer necesita descubrir cómo se las arreglan sus “colegas” para determinar su propio valor y, a su vez, informar a las otras de sus proezas domesticas» (Mavis Redfern, «Contact», en Shrew, octubre, 1970.)
La mujer que se obsesiona con su trabajo doméstico busca su propio sentido del valor. Aseando y limpiando constantemente las cosas se demuestra a sí misma que es necesaria. Esto puede convertirse en una forma de poder que atrapa a marido e hijos y les hace ver el hogar como una prisión. Pero es importante saber qué tipo de valores encuentran las mujeres en el trabajo doméstico. Cada vez que ese trabajo se devalúa, las mujeres que están exclusivamente ligadas a sus casas se sienten amenazadas. Simplemente el hecho de ir a trabajar fuera de casa puede ayudar pero no es suficiente, porque todas las mujeres están profundamente condicionadas para buscar su propio reflejo y su propia imagen en la familia y en el hogar. Audrey Wise, una militante muy activa del sindicato de empleados de almacenes, LJSDAW, me dijo: «Incluso las mujeres que hacen una aportación económica al hogar tienen todavía, en gran medida, el sentimiento de que es su trabajo en el hogar lo que las hace imprescindibles. Una y otra vez he oído explicar a muchas mujeres cómo se sienten obligadas a ordenar y limpiar su casa hasta que todo está perfecto, después de un jornada completa de trabajo y a pesar de que sus maridos les digan a menudo: “Déjalo, ya has hecho bastante”».
La esclavitud psicológica persiste, aunque hayan desaparecido sus razones

COORDINADORA POLITICA Y SOCIAL


COMISION DE LA MUJER


"LA ASAMBLEA NACIONAL DE LOS PUEBLOS Y LA ASAMBLEA DE LAS MICAELAS"


El estado y las fuerzas conservadoras históricamente han producido y reproducido discriminación, desigualdad y nos han negado todo rol protagónico. No obstante las mujeres venimos ganando espacios y derechos como el de participar en los espacios públicos y de poder.

Apostamos por la integración con equidad desde y para nuestra patria, desde nuestra propia memoria histórica, experiencia social y política, sabiéndonos parte de Latinoamérica y del mundo.

Trabajamos por un proceso unitario en el Perú desde la diversidad, sin prejuicios ni exclusiones, porque así lo exige la singularidad del periodo que vivimos cuyo reto es: Continuismo o cambio!.

Para ello requerimos de una plataforma como base de la unidad.


1. Las reivindicaciones de género al interior de las organizaciones sociales.

¡Nunca más sin nosotras!

1.1 Transversalizacion del enfoque de género en las organizaciones gremiales (CGTP,CUT,CCP,etc.)
1.2 Promoción de la mujer trabajadora para el ejercicio pleno de un rol representativo.
1.3 Impulso serio y sistemático a la incorporación de nuevas sindicalistas.
1.4 Constitución de los departamentos de la Mujer en los ámbitos regionales, federaciones y otras formas de constitución territorial y su incorporación en el equipo de representación nacional.
1.5 Promover una cultura democrática y equitativa.
1.6 Trabajar por la integración andina y latinoamericana de las mujeres organizadas del campo y la ciudad.
1.7 Cuota de género (mínima de 30%)
1.8 Establecer el principio de alternancia en los cargos principales.
1.9 Las instancias de educación y capacitación de los gremios y organizaciones sociales deben incorporar el tema de género.
1.10 Instaurar un código de ética de las organizaciones gremiales y sociales.
1.11 Por una familia democrática, igualitaria y no patriarcal.

2. Demandas Sociales, con relación al trabajo digno

2.1 Igual salario por igual trabajo.
2.2 Regulación y generalización de centros de cuidado y aprestamiento para los hijos y las hijas de las trabajadoras.
2.3 Reducir a 0 la mortalidad de madres gestantes, recién nacidos niños menores de 5 años.
2.4 Protección de la maternidad: ni despido ni exclusión a causa de la maternidad.
2.5 Licencia por paternidad y parentales.
2.6 Respeto a la orientación sexual del trabajador/ de la trabajadora.
2.7 8 horas diarias de trabajo y 48 horas semanales para la trabajadora del hogar.
2.8 Políticas de educación, prevención, defensa y atención de los derechos sexuales y reproductivos (planificación familiar, paternidad responsable, anticoncepción de emergencia, despenalización del aborto, protocolo nacional para atención del aborto terapéutico legal desde 1924, destierro de todo tipo de esterilización forzosa, así justicia y reparación).
2.9 Difusión y aplicación de las normas en materia de seguridad y medio ambiente.
2.10 Prevenir, identificar y erradicar el acoso sexual y otras formas de acoso a la mujer trabajadora. Incluyendo este acápite como falta sancionable en los convenios colectivos.
2.11 Participación con plenos derechos de las mujeres en las asambleas comunales y en la representación gremial.
2.12 Jornada de 8 horas para las trabajadoras de la agroindustria, con derecho a la sindicalización.
2.13 Jornada de 8 horas y reconocimiento de sus derechos de las mujeres trabajadoras en el sector textil, quienes trabajan en condiciones infrahumanas.
2.14 Programas de empleo juvenil con plenos derechos laborales.
2.15 Acceso a la salud y educación de las mujeres campesinas.
2.16 Educación y salud inclusiva, universal y de calidad con equidad de género.
2.17 Por la creación de más establecimientos de atención y refugio para mujeres violentadas.

3. Demandas sociales, con relación a la seguridad alimentaria, una vida libre de violencia, vivienda, salud y seguridad social:

3.1 Respeto a programas sociales, vaso de leche y comedores populares.
3.2 Promover y fortalecer los comités de amas de casa en el ámbito minero u otros.
3.3 Incremento del presupuesto para los programas de asistencia alimentaría, desterrando el clientelaje en sus diversas formas.
3.4 Promover y constituir los comités de abaratamiento de los artículos de primera necesidad, contra el alza del costo de vida.
3.5 Programas de salud preventiva y seguridad social para amas de casa y mujeres pobres.
3.6 Programas de vivienda social para las familias pobres que tengan como jefas de hogar a mujeres.
3.7 Acceso pleno a la salud con una atención digna y de calidad: Ley del Seguro Social Integral Universal.
3.8 Derecho a una pensión digna.
3.9 Elaboración e implementación de políticas nacionales, regionales y locales para la prevención, detección y atención temprana de la discapacidad.
3.10 Seguridad alimentaría para las familias y mujeres en extrema pobreza, en especial para las madres gestantes, solteras y adultos mayores.
3.11 Aprobación del Nuevo Plan Nacional contra la violencia hacia las Mujeres con proceso participativos dónde se recojan demandas de mujeres de partidos, gremios, organizaciones de base, discapacitadas, lesbianas, e indígenas.

4. Demandas Políticas:

4.1 Inclusión de la mujer en los espacios públicos.
4.2 Programa efectivo para expedir DNI a las mujeres indocumentadas.
4.3 Participación de las organizaciones sociales de mujeres en el gobierno local.
4.4 Acciones afirmativas para la incorporación de las mujeres en organismos de decisión, eventos, escuelas de capacitación, representación, en delegaciones, rotación, etc., así como acciones para facilitar su participación democrática teniendo en cuenta su doble y triple jornada de trabajo.
4.5 Cumplimiento y aplicación de la Ley de Igualdad de Oportunidades.
4.6 Promover políticas públicas que incidan en la ciudadanía de las mujeres.
4.7 Promover y demandar las modificaciones de la legislación electoral y la Ley de Partidos Políticos con la finalidad de aumentar al 50% la cuota de género, así como la adopción de la alternancia o mandato de posición.
4.8 Por la dignificación de la mujer, los niños(as) y adolescentes en los medios de comunicación. No a la publicidad machista.
4.9 Participación política democrática de las mujeres hasta lograr el 50% del total de las candidaturas en las elecciones publicas para gobierno central, regional y local, y mandato de posición (ubicación) de alternancia paritaria en las listas.
4.10 Incorporar el enfoque de género en los planes de desarrollo nacional, regional y local.
4.11 Pacto de acción entre las diversas fuerzas políticas para lograr un marco jurídico y su aplicación para avanzar en la construcción de la equidad de género en todas las esferas de la sociedad y el estado.
4.12 Creación de mecanismos para avanzar en el logro de igualdad de oportunidades para las mujeres en la vida política del país.
4.13 Promover la democracia interna al interior de los partidos políticos.
4.14 Derecho de opinión publica y libertad de expresión.
4.15 Promover el cambio de roles tradicionales asignados a las mujeres al interior de los partidos políticos y las organizaciones gremiales y sociales.
4.16 Incorporar en la Constitución del Perú, Capitulo sobre Protección de los Derechos de las Personas, un acápite relativo al "respeto por la orientación sexual de las y los peruanos y de la identidad de "género", lo que conlleva la eliminación de toda forma de discriminación, por ejemplo en el ámbito laboral educativo y en el acceso a la salud y su pleno acceso a todos los derechos como peruano/a.


5. Demandas Culturales y educativas:


5.1 Acceso de las mujeres a la educación universal y gratuita y de calidad, en el marco de las Metas del Milenio.
5.2 No a la discriminación étnica.
5.3 Protección y promoción de la diversidad cultural.
5.4 Medidas de capacitación dirigida a las mujeres para su inserción ventajosa en la actividad productiva (PYMES, MYPES,etc,..)
5.5 Campaña nacional de estudio y análisis de la legislación peruana vigente sobre la mujer, así como de la legislación internacional.
5.6 Incorporación de medidas adecuadas que permitan su acceso a la cultura y capacitación.
5.7 Elaboración de indicadores con perspectiva de género.
5.8 Incorporación de la variable étnica en las estadísticas oficiales.
5.9 Elaboración de un código de ética contra el racismo y la discriminación.
5.10 Políticas realmente efectivas para detectar y sancionar el tráfico de personas.
5.11 Difusión de los convenios y tratados internacionales; relacionado a los derechos de la mujer y las trabajadoras.


6. Demandas jurídicas:


6.1 Reglamentación y aplicación de la Ley de Trabajadora del Hogar.
6.2 Abolición de todas las formas de tortura física, psicológica y/o sexual contra la mujer, por debido proceso y condiciones dignas para la mujer detenida.
6.3 Incorporar un capitulo especifico sobre el tema laboral en la LIO.
6.4 Cumplimiento de los convenios con la OIT sobre el trabajo de las mujeres (descanso pre/post natal, horas de lactancia, cunas maternales, jornada de 8 horas como máximo, etc.).
6.5 Los Convenios Internacionales en materia de derechos humanos, civiles y políticos deben prevalecer ante cualquier acuerdo comercial o tratado de integración.
6.6 Prevención y leyes penales severas y efectivas para aquellos que ejercen violencia contra mujeres, niños y adolescentes.
6.7 Leyes severas contra esclavitud, servidumbre y explotación sexual, particularmente de mujeres y niños(as).


7. Demandas económicas:

7.1 Creación de una Banca de Fomento o desarrollo de la mujer con beneficiarias mujeres para la promoción de la pequeña agricultura, PYMES, etc,.
7.2 Atención a las iniciativas de las mujeres organizada por parte de los gobiernos local, regional y central, por ejemplo invirtiendo para este fin parte del impuesto a la renta que disponen.
7.3 Presupuesto para la aplicación de la Ley de Igualdad de Oportunidades.
7.4 Conformación de una Comisión de la Mujer a cargo del Consejo Consultivo Regional y Local, para dar presupuesto y prioridades a las iniciativas productivas y de fortalecimiento de los derechos de la mujer campesina.
7.5 Dotación de un presupuesto a la Defensorias Comunitarias para la prevención y tratamiento de la violencia domestica y familiar.
7.6 Reconocimiento del trabajo de las mujeres no asalariadas como trabajo productivo y de sustento, para el desarrollo del país.
7.7 Acceso a la tierra, al agua, a nuevas tecnologías de las mujeres campesinas.



¡PLENA IGUALDAD Y DIGNIFICACION DE LA MUJER!
¡POR UN PERU SOBERANO, CON JUSTICIA SOCIAL
!

sábado, 25 de octubre de 2008

MICAELA BASTIDAS PUYUCAHUA


Mujer tenaz, no descansó un instante, mucho menos vaciló en cumplir las tareas que le fueron encomendadas.
Cuando se trata de hablar de nuestras mujeres heroínas, indiscutiblemente tendremos que colocar en primer lugar, en primer plano, a doña Micaela Bastidas, pues ella fue la primera mártir de la grandiosa lucha por nuestra independencia. Su abnegación, sacrificio y martirio constituyen un orgullo y un ejemplo para todos los peruanos.
Doña Micaela Bastidas y Puyucawa nació en Abancay el año 1745. De su aspecto físico se sabe que era de mediana estatura, de cara algo redonda y, según el escritor cuzqueño Juan de la Cruz Salas: “Tenia la frente alta y ancha con la serenidad del mar, los ojos negros como una noche serena, nariz aguileña y caída sobre labios gruesos; la cabellera larga y extendida en la espalda...” y este mismo autor la dedicaba emocionado estos bellos versos: “Mujer como ninguna".
El 4 de noviembre de 1780 Túpac Amaru dio a conocer los motivos del movimiento. Desde ese momento Micaela participó de la causa de la revolución, reuniendo contingentes de campesinos, arengándoles y dándoles a conocer las causas de levantamiento. Y cuando su esposo tenía que movilizarse a diferentes lugares, ella no vaciló en ponerse al frente de las tropas para rechazar los ataques realistas, y de esta forma guió a las huestes revolucionarias cuantas veces fue necesario. También llevaba refuerzos y abastecimientos a su marido. En el Archivo histórico de Sevilla se conservan numerosas proclamas y edictos redactados por ella. En esos documentos se puede apreciar su espíritu patriótico y revolucionario.Uno de estos documentos decía así: Que nuestra fe se guarde con el mayor acotamiento y veneración, la que hemos de llevar adelante, y si fuera posible, morir por ella, respondo con toda distinción a los ministros de Jesucristo... que en nuestra tropa brille la insignia de la Santa Cruz en monteras y sombreros... que esta proclama, después de publicarse, se fije en la puerta de mi casa en Tungasuca. Formó parte del movimiento integrando el Consejo de los Cinco. Con sus proclamas mantuvo viva la llama del entusiasmo de la fe en el triunfo de la revolución. Su talento se manifiesta en la numerosa correspondencia que mantuvo, en correspondencia se pone de manifiesto sus profundos sentimientos hogareños, su ternura familiar y hasta su criterio estratégico, cuando le sugiere a su esposo la urgencia de tomar la ciudad del Cusco, después de la victoria de Sangarara. Sin embargo no se tomó en cuenta su valiosa sugerencia Y Túpac Amaru procedió con demasiada confianza ante los movimientos del enemigota campaña, con su esposo el caudillo.
HEROINA
Vencido por una infidencia más que por los 16,000 hombres que lo combatieron, Túpac Amaru y su familia fueron entregados a las tropas del feroz visitador Areche. Micaela Bastidas fue sometida a interrogatorios mediante torturas, pero la heroína supo resistirlas con admirable entereza.
Se condena a Micaela Bastidas a la pena de muerte. Será arrastrada antes con una soga en el cuello, con los pies y manos atados y un pregonero publicará sus delitos. Se le someterá a la pena de garrote, cortándole antes la lengua. Luego se le colgará en una horca y luego su cuerpo será descuartizado. Su cabeza será llevado al cerro Piccho, un brazo a Tungasuca, otro brazo a Arequipa, una de sus piernas a Carabaya y el resto del cuerpo al cerro Piccho, donde será quemado justamente con su marido. Además perderá todos sus bienes. Se le dio a conocer la sentencia pero ella igual la recibió con entereza. Fue ejecutada a la vista de su esposo y sus hijos. Era el 18 de mayo de 1781. La sangre que derramó Micaela fue semilla de nuevas revoluciones.
MATRIMONIO
No tendría veinte años cuando la pretendió José Gabriel. Formalizada la situación, Micaela pasó con sus padres a Surimana, los cuales comienzan a figurar como "españoles de dicho pueblo", y Manuel Bastidas a anteponerse un "Don" a su nombre.Se presume que el joven curaca dio facilidades a sus futuros suegros para cimentarse en el lugar, porque de otro modo habrían seguido residiendo en Pampamarca.
La boda se efectuó en la iglesia del pueblo de Nuestra Señora de la Purificación de Surimana, en el altar mayor que todavía existe, el 25 de mayo de 1760. El matrimonio fue de españoles desde el ángulo social, fue indio desde el ángulo curacal y fue mestizo desde el ángulo racial, pero, por encima de todo, el matrimonio cristiano don José Gabriel y Micaela estaban llamados a convertirse en un matrimonio histórico. Ella lo llamaba a él cariño De la unión matrimonial de José Gabriel y Micaela vinieron al mundo tres hijos:
Hipólito, el primogénito, nacido en Surimana en1761... Mariano, que vio la luz en Tungasuca el 17 de septiembre de 1762... Y Fernando, nacido también en Tungasuca en 1768. Sabemos que en la intimidad este hogar era feliz. Samente Chepe (abreviatura de Jusephe) y él a ella Mica o Micaco (diminutivo afectuoso de Micaela). De vez en cuando hubo pleitos conyugales, siempre cortos y pasajeros, pero tales disensiones no sirvieron sino para enraizar más la creciente felicidad de la pareja.
MUERTE
En esta guerra, que ha hecho crujir la tierra con dolores de parto, Micaela Bastidas no ha tenido descanso ni consuelo.
Esta mujer de cuello de pájaro recorría las comarcas haciendo mas gente y enviaba a los frentes nuevos huestes y escasos fusiles, las largas vistas que alguien había pedido, hojas de coca y choclos maduros. galopaban los caballos, incesantes, llevando y trayendo a través de la serranía y sus ordenes, salvo conductores, informes y cartas. Numerosos mensajes envió a Túpac Amaru urgiéndolo a lanzar sus tropas sobre el Cuzco desde una vez, antes de que los españoles fortalecieran las defensas y se dispersaran, desalentados, los rebeldes. Chepe, escribía, Chepe, muy querido: bastantes advertencias te dí...
Ttirada de la cola de un caballo, entra Micaela en la plaza mayor del Cuzco, que los indios llaman plaza de los llantos. Ella viene adentro de una bolsa de cuero, de esas que cargan hierba del Paraguay. los caballos arrastran también, rumbo al cadalso, a Túpac Amaru y a Hipólito, el hijo de ambos. otro hijo, Fernando, mira.
El niño quiere volver la cabeza, pero los soldados le obligan a mirar. Fernando ve cómo el verdugo arranca la lengua de su hermano Hipólito y lo empuja desde la escalera de la horca. El verdugo cuelga también a dos de los tíos de Fernando y después al esclavo Antonio Oblitas, que había pintado el retrato de Túpac Amaru, y a golpes de hacha lo corta en pedazos; y Fernando ve. Con cadenas en las manos y grillos en los pies, entre dos soldados que le obligan a mirar, Fernando ve al verdugo aplicando garrote vil a Tomasa Condemaita, cacica de Acos, cuyo batallón de mujeres ha propinado tremenda paliza del ejercito español. entonces sube al tablado Micaela Bastidas y Fernando ve menos. se le nublan los ojos mientras el verdugo busca la lengua de Micaela, y una cortina de lágrimas tapa los ojos del niño cuando sientan a su madre para culminar el suplicio: el torno no consigue ahogar el fino cuello y es preciso que echándole lazos al pescuezo, tirando de una y otra parte y dándole patadas en el estómago y pechos, la acaben de matar.
Ya no ve nada, ya no oye nada Fernando, el que hace nueve años nació de Micaela. no ve que traen a su padre, a Túpac Amaru, y lo atan a las cinchas de cuatro caballos, de pies y de manos, cara al cielo. los jinetes clavan las espuelas hacia los cuatros puntos cardinales, pero Túpac Amaru no se parte. Es tiempo de larga sequía en el valle del Cuzco. al mediodía en punto, mientras pujan los caballos y Túpac Amaru no se parte, una violenta catarata se descarga de golpe desde el cielo: cae lluvia a garrotazos, como si Dios o el Sol o alguien hubiera decidido que este momento bien vale una lluvia de ésas que dejan ciego al mundo

viernes, 24 de octubre de 2008

EL CONCEPTO DE GENERO


Por: Christine Delphy,Fuente: Iniciativa Socialista
Entrevista con la redactora de Nouevelles Questions Féministes y responsable de investigaciones sociológicas del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia


¿Consideras que, entre los conceptos que permiten pensar los movimientos sociales, el de “género” es pertinente y operativo para hacer valer la problemática de las relaciones de sexo como elemento estructurante de las relaciones sociales? ¿Qué contenido, qué definición darías de él?El concepto de “género” ha sido desarrollado en Estados Unidos, y en los países anglosajones en general, para traducir el aspecto social de la división sexuada. Desde este punto de vista, se establece la existencia de un aspecto del sexo que es construido, diferente de la distinción biológica (por ejemplo, que no se habla a una mujer de la misma forma que a un hombre, o que son las mujeres las que friegan los platos…). Es un concepto que vengo utilizando desde hace mucho tiempo y que evidentemente es muy práctico. Se trata simultáneamente del resultado de una reflexión y del punto de partida de otra. No es solamente un término, es también un concepto. Esta reflexión también ha tenido lugar en Francia y, cosa muy curiosa, ha habido una resistencia a la palabra.En efecto, la noción de “género” está admitida e integrada en una práctica política dentro del movimiento de mujeres en Estados Unidos, pero, por el contrario, no lo está en Francia. ¿Cómo explicar estas reticencias, particularmente las procedentes de la izquierda francesa y las que se encuentran en el seno mismo del feminismo francés?
Las resistencias respecto a las palabras ocultan otra cosa. Mi impresión general es que se trata de una resistencia al concepto mismo, una resistencia a formalizar el hecho de que el sexo tiene un aspecto social. En mi opinión, el grueso de la resistencia es una resistencia de derechas (para trasponer al campo del feminismo los términos “izquierda” y “derecha”), como la de Françoisee Collin, es decir, una resistencia a distinguir el sexo social del sexo biológico y a admitir que el sexo social es construido y arbitrario.Hablando en términos generales, las personas como Françoise Collin están muy marcadas o atraídas por una problemática psicoanalítica: en esta problemática no es posible la distinción entre sexo social y sexo biológico, ya que todo debe derivar de la distinción biológica. En un prefacio que ella hizo para un número especial de los Cahiers du GRIFS (1) titulado “El género de la historia”, Françoise Collin decía que el “género” ["genre"] es la forma de decir en francés la diferencia de sexos. ¡De ninguna manera! Pues la diferencia de sexos tiene una connotación muy fuerte y, al menos en este país, asume que esta diferencia procede de una diferencia biológica que, además, implicaría todas las otras diferencias. Contrariamente, el concepto de género se construye, se sobreimpone sobre una distinción social cuyo contenido es totalmente arbitrario.También hay una oposición al concepto de género que yo calificaría como una crítica de izquierda, ultraradical, para la que, al fin y al cabo, todo es construido, y que al admitir que solamente lo sea el género se elimina la posibilidad de tener presente que también el sexo es construido. Esta crítica es válida en cierto modo, ya que el sexo biológico tiene poca realidad (esa es mi hipótesis), en el sentido de que solamente tiene realidad como categoría cognitiva a causa de la existencia del género, o sea, del sexo de la división y de la jerarquía social. Sin embargo, hay una paradoja, pues la crítica tiene fundamento en el sentido de que plantea la necesidad de poner en cuestión el propio sexo biológico, pero no tiene fundamento en el sentido de que no es posible ese cuestionamiento sin disponer previamente del concepto de género.En todo caso, esta crítica es minoritaria; lo esencial de la resistencia al concepto de género -y, de hecho, lo esencial de la crítica francesa- es una crítica ligada al rechazo de la noción de sexo social, o, más aún, incluso al rechazo de una perspectiva feminista. Pienso que este rechazo de la palabra es muy revelador de la posición que toma la sociedad francesa en su conjunto y, en particular, la clase intelectual. No se dice claramente que se es antifeminista porque eso indicaría precisamente que se abandonan posiciones de izquierda, pero se hace oposición a la noción de “género”…¿Consideras que hay otros conceptos que, al igual que el de “género”, son útiles e importantes para el pensamiento feminista pero que, no obstante, son dejados de lado?
El concepto de “género” es muy importante y en este momento avanza en la discusión, a pesar de las resistencias que provoca.Hay un concepto algo abandonado hoy, creo que por razones políticas: el de patriarcado. No es más o menos subversivo que el de “género”, pero la evolución general de la producción intelectual en este país está muy marcada por la evolución liberal y derechista de las sociedades occidentales, que tiende a individualizar las cosas. El concepto de “género” puede ser recuperado más fácilmente para un modo individual. El concepto de patriarcado es considerado frecuentemente como puramente ideológico; pero es muy útil ya que indica que la dominación de las mujeres por los hombres constituye sistema.En Francia hay cierta concepción del universalismo que, en la tradición de la Revolución francesa, tiende a presentar una visión uniforme y asexuada de la ciudadanía. ¿No genera eso un impasse para el movimiento feminista y, más precisamente, para una representación sexuada de las relaciones sociales?
El universalismo pretende asexuar. ¿Se trata de una verdadera asexuación o del famoso masculino neutro, ese masculino que se hace pasar por neutro pero que no lo es? Las críticas a feministas, ya sean historiadoras francesas como Eleni Varikas o Michéle Riot-Sarcey, o politólogas americanas como Carol Paterman, autora de The Sexual Contract(2), dicen que hay un presupuesto de masculinidad que es más que un presupuesto, lo que quiere decir que hay una exclusión de las mujeres. El moderno combate social se fundamenta sobre la exclusión de las mujeres y sobre la solidaridad de los hombres; su “masculinidad” común es lo que constituye la base de su fraternidad.No veo en ningún sitio un concepto de universalismo abiertamente asexuado. El universalismo republicano era claramente sexuado; el universalismo contemporáneo de la segunda mitad del siglo XX es progresivamente sexuado, esto es, superpone una prohibición de discriminación fundada en el sexo a constituciones que precisamente estaban implícitamente fundadas sobre la discriminación y sobre el sexo. Pienso que pretender que el universalismo es asexuado es un efecto ideológico y conservador. Es claramente sexuado, masculino. Los modos de integración clásica de las mujeres consisten en pedirlas que sean hombres, parcialmente o en determinados momentos. Se trata de un falso universalismo fundado sobre una exclusión de las mujeres, tanto explícita como implícita (por ejemplo, cuando las mujeres no tenían derecho a votar, eso no estaba escrito en ninguna parte). ¿Cómo pueden ser integradas las mujeres en universos (que desbordan ampliamente el universo político) en los que hay presunción de neutralidad y cuyo contenido fáctico es la masculinidad? Hay una paradoja en el intento de hacer entrar a las mujeres en universos que se fundamentan en su exclusión. Cuando una mujer llega a un medio de hombres, la interacción se funda sobre la común masculinidad del mundo, al que ella se encuentra dialécticamente enlazada ya que se trata de su propia exclusión. Lo que demuestra que el género no es una esencia, sino una construcción social, es el hecho de que, a pesar de todo, esa persona no es demolida físicamente por llegar a un círculo de hombres. Encuentro fascinante la cuestión relacionada con aquello con lo que las mujeres interactúan en estos medios masculinos. No ha sido suficientemente estudiada, pero comienza a serio. En un artículo de la revista Gender and Society (3), verdaderamente interesante, el género se presenta como un principio dinámico de conducta de interacción.Este universalismo masculino permite, no obstante, la entrada de una mujer en ciertas condiciones, que hay que seguir estudiando.
Mariette Sineau ha recogido entrevistas de mujeres políticas francesas en un libro publicado hace tres o cuatro años (4); en él se ve bien que es necesario que ellas dejen su piel de mujer en la puerta o que, por el contrario, ellas sean mujeres. Hay una imposibilidad -incluso para las personas participantes en estas interacciones- de dar fielmente las expectativas del género.Para describir un sistema de ideas como el universalismo, el concepto de género es mucho más adecuado que la noción de sexo, que nos remite a algo biológico; habría que hablar de un universalismo “generizado” más que de un universalismo “sexuado”.Ante la lectura de un universal falsamente asexuado, ¿el debate francés sobre la paridad no ha ilustrado esta dificultad para situarse a la contra respecto a un sistema “generizado”, al menos en el dominio político? ¿Cuál sería el desafío de una legislación paritaria para las mujeres? ¿No es una ocasión de plantear la cuestión de la ciudadanía de las mujeres?

Hemos publicado un número de Nouvelles Questions féministes -cuyo editorial he escrito yo- en el que hay un enorme dossier sobre la paridad. El número de diciembre de 1994 lleva tres artículos a favor de la paridad, el número de febrero de 1995 otros tres en contra. Es un tema que se discute desde hace al menos dos años y sobre el que hay muchas cosas que decir.No he escrito un artículo preciso al respecto; no estoy ni a favor ni en contra, de canto en cierto modo. Por lo tanto, no puedo responder simplemente a esa pregunta porque no podría hacer abstracción de todo lo que he leído sobre el tema. Pienso que es un debate excesivamente complicado.Grosso modo, puedo deciros que las mujeres que piden la paridad (al menos en el número que hemos publicado) lo hacen en nombre de un ideal democrático: la gente debe estar representada y las mujeres no lo están. Quienes están en contra acusan de dos cosas a las defensoras de la paridad. Por una parte, las acusan de esencializar a las mujeres, poniendo como evidencia que la humanidad está compuesta de hombres y de mujeres, lo que parece cierto pero frente al análisis feminista se muestra como muy problemático, ya que ello sitúa a hombres y mujeres no como constructos sociales sino como naturalezas. Por otra parte, también critican la ignorancia de las diferencias existentes entre las mujeres. ¿Es que no importa qué mujer podría representar verdaderamente los intereses de todas las mujeres? En otras palabras ¿es que las mujeres son necesariamente feministas? Todas estas objeciones son muy válidas.Creo que la reivindicación de paridad debería formularse en otros términos. Es peligroso y regresivo decir que la humanidad se compone de hombres y mujeres para reivindicar la paridad, porque eso esencializa a los grupos y no permite el análisis en términos de construcción social. En cambio, se podría hacer una reivindicación del mismo orden fundada sobre la idea de clases, de grupos históricamente constituidos con intereses comunes, y sobre la base de lo que en Estados Unidos se llaman “acciones afirmativas” o “acciones positivas” o de “recuperación” respecto a un perjuicio históricamente cometido y conocido. Se trata de otra perspectiva intelectual y de otro fundamento para la misma reivindicación. Encuentro significativo qye se haya retrocedido ante esta perspectiva, porque en la sociedad francesa hay, en efecto, una resistencia muy fuerte ante el reconocimiento de que las mujeres han sido y son discriminadas y constituyen un grupo históricamente diferente.Más allá de la manera en que ha sido formulada esta reivindicación de paridad -que, por otra parte, se inscribe en una concepción un poco estática de la democracia, afectando únicamente a la democracia parlamentaria-, ¿no es, con sus límites, una parte de la política de afirmación que apunta hacia la necesidad de un resarcimiento? En un momento dado, ¿puede ser necesario construir el género como una fuerza, aunque no sea representativa del conjunto de las mujeres e incluso se trate de una construcción provisional?
En efecto, esta reivindicación inicia un debate beneficioso en sí mismo, porque permite plantearse las cuestiones fundamenmles: ¿qué es la representación política, qué son las mujeres, qué son los hombres? Es cierto que está planteada en términos esencialistas, pero permitirá preguntarse cómo, desde un grupo del que se dice que se ha constituido naturalmente, se pasa a una representación política. Permitirá quizá plantearse la cuestión de la naturaleza política de los grupos de sexo, cuya necesidad de representación política deriva a mi entender de su naturaleza política.Espero que se llegue a conceptualizar esta reivindicación no como reivindicación por una participación igualitaria, sino como exigencia de representación y de actividad política de un grupo precisamente porque ha sido oprimido y no a pesar del hecho de que ha sido opritnido, lo que es totalmente diferente. Por otra parte, no es seguro que esta reivindicación deba desembocar en la exigencia de una ley, como es actualmente el caso. Lo interesante es que existe la posibilidad de poner en cuestión uno de los fundamentos del génenero, de la división de los sexos fundada, en parte, sobre la exclusión de las mujeres y el acaparamiento de lo político por los hombres. Pienso, y es importante, que la reivindicación de constituir un grupo político sobre la base del género permite plantearse una superación. Lo que puede parecer paradójico es que para abolir las divisiones sexuadas o “generizadas” de la humanidad sea necesario profundizar primero esa división, reconocerla como lo que es. Hace falta, pues, construir en una primera fase una conciencia de género, pero hecha para ser provisional. Es una perspectiva que parece lógica para la gente que ha pensado la lucha de clases: la misma idea, desgraciadamente, no ha sido explorada en el feminismo, anclándose en posiciones bastante estáticas: o bien se quiere desembarazarse del sexo inmediatamente -es decir, se piensa que negar las diferencias (políticas) entre los sexos es una manera de abolirlas-, o bien se quiere profundizar la idea de género en una óptica estática, diferencialista. La idea dialéctica de que hace falta simultáneamente esta identidad de género pero para abolir la división de géneros no ha sido aún desarrollada, por lo que yo sé. Esta es, sin embargo, la perspectiva que, personalmente, he privilegiado siempre. Primero hace falta reconocerse como oprimida y, por tanto, luchar como mujer para combair y superar las divisiones “generizadas”.¿Acaso la batalla por la paridad es un desafío tanto más importante para el movimiento de mujeres en la medida que se muestra como una de las pocas batallas ofensivas en un período de retroceso, a diferencia de otras luchas que se sitúan más en el terreno de la preservación de los derechos adquiridos?

No creo que todas las batallas actuales del movimiento de las mujeres sean defensivas; en cuanto a la batalla por el aborto, eso es cierto, pero incluso en una lucha por la defensa de una conquista surgen forzosamente nuevas problemáticas. La situación ha cambiado; una conquista que data de hace 20 años no se defiende de la misma forma que una ley que acaba de ser aprobada. Evidentemente siempre es peor tener que defender una cosa que no debería tener que defenderse; pero, a la vez, esto no es inútil para el conjunto del combate y de la reflexión. Ya no estamos en el movimiento feminista de hace veinte o veinticinco años: los grupos trabajan mucho sobre el terreno, sobre tal o cual problema, se especializan. Entonces, esta atomización puede dar la impresión de que hay reivindicaciones aisladas que no tienen relación entre ellas. Sin embargo, las mujeres que militan contra la violación no detienen ahí su reflexión; en tanto que feministas, ellas reflexionan sobre la situación en que se coloca a las mujeres. No creo que en todo esto pueda haber luchas más avanzadas que otras, aunque las que se desarrollan sobre el ámbito institucional pueden parecer más avanzadas. Hay otras luchas ofensivas además de la paridad: por ejemplo, la lucha contra el acoso sexual.Encuentro interesante el debate sobre la paridad, pero inmediatamente se ha puesto el acento sobre los aspectos positivos de la reivindicación, y, sin embargo, esta reivindicación no tiene solamente aspectos positivos. Si esta reivindicación paritaria se resitúa en un contexto más amplio, como reivindicación de participación política a nivel internacional, entonces aparece como un nuevo paso adelante del movimiento feminista. Pero en el contexto francés, no es tan seguro que constituya un avance: la manera en que ha sido formulada puede interpretarse también como un signo de debilidad del movimiento.El problema de los desafíos y batallas del movimiento de las mujeres se inscribe hoy en un contexto particular, el de un retroceso sobre el terreno de los derechos sociales. ¿Hay en este terreno un intento de deslegitimación y de deconstrucción de las conquistas del feminismo, tendiendo a poner en cuestión el lugar conquistado por las mujeres en la sociedad, por ejemplo predicando su retorno a la esfera privada contra su inserción en el mundo del trabajo? Dicho en otros términos, ¿entramos hoy en el “tiempo de la revancha” a través de una dimensión sexuada de los retrocesos que se registran en el campo de los derechos sociales? ¿En este marco, cuáles pueden ser las batallas prioritarias del movimiento de las mujeres?

Hay apreciaciones muy variadas sobre este tema. Sociólogas feministas como Margaret Maruani dicen que las mujeres quieren trabajar y que han salido del hogar de manera irreversible. Otras interpretaciones son menos optimistas, la idea que se puede extrapolar a partir de la constatación de un movimiento continuo de entrada de las mujeres en el mercado de trabajo se basa sobre la representación de un medio igualmente constante, con circunstancias iguales. Sin embargo, no estoy segura de que las circunstancias sean hoy las mismas. Podemos tomar como ejemplo lo que ocurre en este momento en los países del Este y, en particular, en la ex-RDA: las conquistas de las mujeres parecían mucho más grandes que las de las mujeres francesas, ya que ellas tenían una participación en el mundo del trabajo casi igual a la de los hombres, pero el 85% de las que eran activas se encuentran ahora no solamente en el paro sino también como amas de casa. Además, con el paro de larga duración la diferencia entre una mujer desempleada y un ama de casa no es verdaderamente sensible. La una está inscrita en las listas de la ANPE [equivalente al INEM] y la otra no. Estamos en un período de aceleración de la transición hacia una economía anhelada por los partidarios del liberalismo, esto es, un capitalismo absolutamente salvaje. No es posible decir hasta dónde va a llegar esto, sobre todo porque no se ve con claridad cuáles son las fuerzas que pueden detener esta evolución. No afecta sólo a las mujeres. Se excluye del mundo del empleo y, sobre todo, del mundo de la renta independiente, de la renta del trabajo, a partes no marginales de la población, estadísticamente significativas. En este marco hay que ver los intentos de devolver las mujeres al hogar, intentos que no sé bien si realmente triunfan, en el sentido de que no hay forzosamente adecuación, por ejemplo, entre el objetivo de una medida social como el subsidio parental extendido al segundo hijo y el número de mujeres que retornan al hogar. Esta medida no provoca forzosamente el retorno al hogar, pero juega un papel de acompañamiento que, en todo caso, marca la aspiración de que las cosas sucedan así.A esto yo no lo llamaría un retorno al hogar sino un retorno a la marginalidad social. Y soy tanto menos optimista al respecto en la medida que las estructuras de la familia patriarcal, las estructuras de dependencia, siguen estando bien asentadas y son sostenidas por el Estado.Los sistemas de protección social permiten a los hombres adultos tener personas dependientes de ellos y que disponen de una protección social a través de ellos; la fiscalidad incentiva las familias en las que trabaja una sola persona. Hay numerosas ayudas financieras del Estado a la dependencia de las mujeres. Ayudas que no son objeto de contestación feminista, lo que lamento porque éste es uno de los terrenos en los que la lucha feminista debería colocarse, probablemente uno de los terrenos prioritarios. En tanto que estas estructuras patriarcales permanezcan, será verdaderamente difícil legitimar el empleo de las mujeres. Coexisten dos estructuras ideológicas y económicas: la una acepta la demanda de independencia de las mujeres, el derecho al empleo de las mujeres, y dice que las familias tienen necesidad de dos salarios; la otra dice que es legítimo ser ama de casa mantenida por el marido y que el Estado debe ayudar a este tipo de familias. En tanto que no desaparezca el segundo tipo de discurso, en tanto que la familia patriarcal sea subvencionada, los principios de dependencia continuarán inscritos tanto en los hechos como en las cabezas.Igualmente, hay una tendencia -que no es nueva y forma parte de las recuperaciones patriarcales- a proponer a las mujeres una inserción en la sociedad que, no obstante, no las coloca en el mundo del trabajo. En el informe del gobierno francés para la próxima conferencia de Pequín (redactada por cuatro personas, de las que tres eran sociólogos hombres) se observa muy bien cuál es el “nuevo papel” propuesto a las mujeres. No dice directamente que se trata de un retorno a lo privado o de una extensión de lo privado, pues se eufemiza bajo el término de “cohesión social”. Se trata de acelerar la sociedad dual, y hay algunos universitarios que pueden ser utilizados para justificar estos proyectos, como se ve claramente en los libros de André Gorz, que propone dos tipos de trabajo y dos tiempos de trabajo, pero que nunca ha propuesto un reparto equitativo entre los trabajos que dan una independencia económica y los que no la dan, entre hombres y mujeres en particular. Sin embargo, el proyecto de Gorz es visto como un proyecto de izquierda mientras que el informe Minc es visto como un proyecto de derecha. Sin embargo, tienen en común la propuesta de extensión de los servicios gratuitos; nunca se dice que son las mujeres las que los prestarán, pero se sabe que ya son las mujeres quienes lo hacen en el dominio llamado de lo privado, y nada se propone para cambiar eso. Además, el desmantelamiento del sistema de protección social al que apuntan las medidas gubernamentales supone un proyecto en el que las mujeres prestarán gratuitamente servicios a los enfermos, a los ancianos, a los niños, para los que ya no habrá residencias, guarderías, hospitales, etc. No son las mujeres las únicas que tienen que oponerse al desmantelamiento de la protección social, pero es fundamental que ellas se interesen e inquieten por ello.A pesar de las dificultades encontradas por el movimiento de las mujeres, tanto por los ataques a sus conquistas como por la atomización del movimiento que tú misma has señalado, ¿no se ha producido desde hace algunos años la emergencia de nuevas formas de práctica política de las mujeres, principalmente a través del importante lugar que ocupan en las redes asociativas y en los nuevos movimientos sociales como el de oposición al CIP [Contrato de Inserción Profesional]? ¿Se puede ver en ell la emergencia de un movimiento de las mujeres con una práctica y una expresión política diferentes a las del feminismo de los años 70, pero garantizando el relevo por una nueva generación?

Es cierto que se pueden observar los efectos de la concienciación de Las mujeres en lo que ellas hacen en los movimientos asociativos, los movimientos políticos mixtos, etc. Creo que las mujeres tienen un papel más activo pero no un papel “desgenerizado” en una sociedad que sigue siendo “generizada”. Hay apreciaciones pesimistas, que constatan que las mujeres son, como de costumbre, las segundas, las ayudantes de los militantes hombres. No hay duda de que existe un progreso, pero es difícil tomar la suficiente distancia para apreciarlo de manera justa.El movimiento de las mujeres ha generado grupos de investigación, publicaciones universitarias feministas en ciencias humanas, creadas y animadas por mujeres. ¿Puedes describir rápidamente la génesis de esta construcción y cuál es la situación actual? ¿Se puede por otra parte considerar que en todo eso hay un laboratorio de ideas y de resistencia en la era del retroceso? ¿Cuál es el proyecto y la función de la revista Nouvelles Questions féministes, inscrita en este movimiento?

Es un tema sobre el que podría hablar mucho, pero intentaré daros respuestas esquemáticas. Se puede decir que los estudios feministas, esto es, las reflexiones teóricas utilizando la metodología de las disciplinas constituidas, han comenzado en Francia hacia 1976-77. Una de las primeras manifestaciones fue la revista Questions féministes, que comenzó a salir en 1977 porque se carecía materialmente de lugares en los que publicar artículos de reflexión algo extensos. Los periódicos feministas eran periódicos militantes con artículos cortos, y nosotras queríamos fundar una ciencia feminista, que, de hecho, se desarrolló de una manera paralela a la universidad y a la investigación, de forma semiclandestina. Yo firmé mi primer artículo, “El enemigo principal”, publicado en 1970, con un seudónimo; tenía dos razones para eso: por una parte, la regla del anonimato en el movimiento y, por otra, en ese momento no podía permitirme profesionalmente firmar ese artículo. Lo reivindiqué algunos años después, lo que no dejó de causarme algunos problemas. Después, se han desarrollado los cursos con contenido feminista y las investigaciones feministas, pero estas investigaciones no recibían financiación y no podían presentarse como tales hasta 1982. En 1981, con la llegada de los socialistas al poder, Chevènement (entonces ministro de la Investigación) convocó los Encuentros de la Investigación, y nos dimos cuenta que en ellos no había nada sobre las mujeres ni sobre las feministas. En ese momento había ya un suficiente número de mujeres universitarias que participaban en grupos de reflexión y que estaban más o menos implicadas en los grupos militantes; habíamos convergido ya en la gran fluidez de este movimiento social y nos dijimos que había que intervenir. No logramos cambiar el curso del coloquio, pero sí obtuvimos del director del departamento de las Ciencias llamadas “del Hombre y de la Sociedad”, Maurice Godeler, y de una parte del ministerio de la Investigación, la financiación de un coloquio sobre los estudios feministas. Tuvo lugar en Toulouse en 1982 y fue un gran éxito, un gran reagrupamiento donde se discutió mucho sobre la entrada en las instituciones universitarias, sobre lo que no había consenso: muchas mujeres preferían que los estudios feministas quedasen al margen de las instituciones, aunque ellas mismas ya perteneciesen profesionalmente a éstas.Otras, entre las que me encontraba, pensaban que no había en absoluto ninguna razón en contra. La institucionalización que siguió fue bastante débil: una “Acción temática programada” del CNRS, en otros términos, un programa corto, de unos cuatro años. Esta pequeña victoria se ha desmoronado aunque se pudo creer que constituiría una plataforma para obtener otras cosas. De hecho, podría decirse que a partir de ahí hubo un período de mayor visibilidad y de inicio de la legitimidad (o de la menor ilegitimidad) de los estudios feministas.Pero pronto se manifestaron un giro de tuerca en sentido contrario y la resistencia de la sociedad al feminismo, incluso bajo el reinado de los socialistas. Hoy, ocho o nueve años después del final de ese programa, la situación en el CNRS, por ejemplo, es catastrófica. y va a agravarse. Hay un dossier sobre este tema en el número de Nouvelles Questions féministes de diciembre 1994. Para daros una idea, el gobierno ha nombrado un comité científico de cuatro personas para elaborar el informe de Francia a la ONU en el marco de la preparación de la cuarta Conferencia mundial sobre las mujeres, que tendrá lugar este año en Pequín. De cuatro personas, tres son hombres; estos tres hombres son considerados ahora como los especialistas de los estudios feministas, mientras que las feministas y las investigadoras feministas han sido excluidas de este informe.Hacen abiertamente planes, no ya de desmantelamiento de los estudios feministas, porque ese desmantelamiento ya se ha producido, sino para proseguir la deslegitimación de esos estudios en las universidades. Estos 3 hombres son especialistas en la familia; quieren hacer “entrar en vereda” a las investigadoras feministas, principalmente suprimiendo el adjetivo “feminista” y subsumir toda la cuestión bajo el término de “estudios sobre mujeres”. Esto significa volver a la concepción de los estudios sobre mujeres que prevalecía en los años 70, esto es, estudiar las mujeres y el empleo, las mujeres en la familia, etc. Se trata de considerar a las mujeres como complementos del hombre, definidas en particular por su rol familiar. Se trata así de prohibir toda problemática más general, toda problemática de la dominación que pondría de facto en causa al conjunto de la sociedad.Se asiste en Francia a una evolución que es exactamente la inversa de lo que pasa en los otros países del mundo occidental y que es muy preocupante. Me he preguntado frecuentemente cuanto tiempo podrá Francia, en éste y otros aspectos, ir contra-corriente de lo que ocurre en Europa,La situación es quizá menos dramática en las universidades que en la investigación Pues los cursos calificados de estudios feministas no forman parte del programa. Son tolerados de hecho. Una mujer que enseña sociología de la familia puede montar su curso sobre las mujeres, pero esto no significa que, si ella se va, otra continúe haciendo ese curso sobre las mujeres; lo que distingue a los estudios feministas es toda una concepción.En Francia, abordar un estudio de la sociedad desde el punto de vista de la división en géneros sigue siendo considerado como un punto de vista militante y, por tanto, acientífico, contrariamente a lo que, por ejemplo, ocurre en los Estados Unidos. La Universidad y la Investigación francesas tienen una definición totalmente desfasada de la ciencia, como algo neutro (semejante a la definición en Francia del universalismo), que no toma parte en los conflictos sociales. Esto es una ingenuidad increíble y muy curiosa si tenemos en cuenta el alto número de simpatizantes de izquierda que trabajan en estas instituciones. Esta idea de que todo proyecto militante es acientífico ha sido expuesta por alguien con la autoridad intelectual de Bourdieu(6). Hay numerosos intelectuales que se consideran o son considerados como simpatizantes de la izquierda, que toman posiciones profundamente reaccionarias: quieren mantener finalmente un modelo intelectual, y por tanto una representación de la sociedad, que se basen sobre una única visión, forzosamente la visión de los dominadores,y que no acepta ninguna contestación directa por parte de los grupos dominados. En esa línea, se pretende que sólo puede haber un punto de vista sobre la historia, que el universalismo de la Ilustración es inatacable, que es un horizonte irrebasable. Podemos verlo todos los días, en la resistencia ante la problemática del género, ante el cuestionamiento feminista de la sociedad y de las ciencias sociales.Nuestro punto de fista, en Nouvelles Questions féministes, no es un punto de vista que al universalismo oponga el particularismo o el relativismo, que son dos posiciones reaccionarias. Creemos en el universalismo, esto es, en los derechos humanos; lo que no creemos es que éstos existan ya y que el universalismo esté realizado.El universalismo sigue siendo mi proyecto, y, en cierta manera, una utopía por la que hay que luchar. Luchar es denunciar incansablemente el falso universalismo, la ideología según la cual el universalismo ya está cumplido, pues esta ideología es tan perniciosa como las que combaten la idea misma de universalismo. Hay que demostrar que lo universal, tal y como lo conocemos, no solamente excluye a las mujeres, a los pueblos del Tercer Mundo, a los Negros, a los Arabes y otros “extranjeros”, sino que se fundamenta sobre esta exclusión y sobre la solidaridad entre hombres blancos, teniendo los dos términos -hombre y blanco- la misma importancia.Esta es una de las líneas de fuerza del proyecto intelectual y político de nuestra revista: criticar la “razón occidental” que es también razón masculina, o más bien una razón de la supremacía masculina, como también es una razón de la supremacía occidental. Esta denuncia está en el polo opuesto de las denuncias particularistas, que critican, por ejemplo, la razón porque sería “occidental” y, por definición, no adaptada para las personas de color o para las mujeres. Este tipo de denuncia esencializa Occidente y también el no-Occidente. Por el contrario, lo que nosotras denunciamos es el particularismo efectivo de lo que hoy se presenta como lo universal.Nouvelles Questions féministes se enfrenta con muchas animosidades en los medios de la investigación francesa, profundamente misógina y, más en general, extraordinariamente conservadora. Toda la intelligentsia francesa se burla del “politically correct” ‘americano, cuando éste es uno de los signos de la denuncia del falso universalismo, del eurocentrismo y del androcentrismo de la cultura occidental. Más allá de las divisiones clásicas, la intelligentsia francesa está falta de la renovación que están efectuando sectores enteros de la intelligentsia anglosajona.¡Aunque nuestra revista es conocida internacionalmente y apreciada a nivel científico, siendo una de las cinco (entre más de 200) revistas e ciencias humanas y sociales en lengua francesa que tiene el honor de ser indexadas en la única revista internacional de sumarios, el CNRS sigue clasificándonos en la penúltima posición para las solicitudes de subvención, y nosotras seguimos rechazándola!La situación en Francia es pues única en el mundo desarrollado; las investigaciones, las enseñanzas y las publicaciones feministas son, no 10 veces menos, sino 100 veces menos numerosas que en países muy próximos como Inglaterra; lo que demuestra que el desarrollo intelectual no tiene gran cosa que ver con el nivel económico, ni siquiera con la relación de fuerzas política en el sentido tradicional. Hay una resistencia típicamente mediterránea, e incluso típicamente francesa, al feminismo y a todo lo que implica de puesta en cuestión, tanto en el terreno práctico como en el intelectual. Y la resistencia es quizá aún más pronunciada en lo intelectual, pues es difícil decir que la situación concreta de las mujeres sea mejor en Holanda o en Inglaterra; sin embargo, la apertura a las ideas feministas, al menos en algunos sectores de la sociedad, como la Universidad, es incomparablemente mayor en estos dos países, por no citar otros, sin hablar de los paises nórdicos o de Estados Unidos.
NOTAS

1. Les Cahiers GRIFS, “Le gendre de l’histoire”, coeditado por Eleni Varikas y Christine Planté.2. “The Sexual Contact”, Polity, 1988.3. “Doing Gender”, en “The Social Construction of Gender”, recopilaciónn de artículos publicados en la revista Gender and Society.4. Economica 19885. Nouvelles Questions féministes, nº4,1994.6. Ver al respecto el artículo de Françoise Armengaud y Ghaiss Jasser, Nouvelles Questions féministes, nº4, 1994, y el de Anne Marie Devreux, Nouvelles Questions féministes, nº1, 1995.